Los fenómenos climatológicos adversos han comenzado a marcar la pauta en esta época del año, causando alteraciones en la programación de vuelos en diversas aerolíneas y aeropuertos. En un lapso de diez días, la borrasca Herminia ha dejado su huella en la Península, desatando intensas tormentas, y ahora la llegada de Ivo promete seguir con este temporal. Las zonas del norte de la península son las más afectadas, y ya se han registrado desajustes significativos en los horarios de los vuelos programados.
A pesar de que muchos pasajeros suelen desconocer sus derechos en caso de interrupciones, según una encuesta realizada por AirHelp, un 85% de los viajeros aéreos no está al tanto de la protección que la normativa CE261 les brinda ante condiciones climáticas adversas. Esta normativa obliga a las aerolíneas a garantizar el bienestar de los pasajeros durante retrasos o cancelaciones, incluyendo provisión de alimentos, bebida y conexión básica para mantener informados a los afectados. En situaciones de retrasos nocturnos, las aerolíneas deben proporcionar alojamiento y transporte, asegurando así que los viajeros sean atendidos en todo momento.
Si bien las interrupciones causadas por el mal tiempo generalmente son catalogadas como «circunstancias extraordinarias» y no implican compensaciones económicas directas, hay excepciones a considerar. Por ejemplo, si la aerolínea pudo anticipar las condiciones adversas y no tomó las medidas necesarias para mitigar su impacto, podría enfrentarse a responsabilidades.
El año 2024 ha sido testigo de una serie de eventos climáticos extremos que han alterado el funcionamiento de varios aeropuertos en España, afectando gravemente a miles de pasajeros. La borrasca Kirk generó un 30% de interrupciones en los vuelos durante su paso por el país, mientras que la DANA en Barcelona inundó el aeropuerto de El Prat, causando problemas en un 20% de los vuelos. Valencia también sufrió el impacto de la misma DANA, registrando un alarmante 63,20% de retrasos en sus operaciones.
Otros eventos destacados incluyen las lluvias torrenciales en el aeropuerto de Mallorca en junio, que afectaron al 59,3% de las operaciones, y las tormentas de agosto en la misma localización, ocasionando un 38,6% de interrupciones. Adicionalmente, en septiembre, una intensa tormenta de granizo en Madrid provocó retrasos en el 26% de los vuelos, y las Islas Canarias enfrentaron tormentas que llevaron a un 35,4% de afectaciones en sus operaciones.
Estos eventos extreman la necesidad urgente de que tanto las aerolíneas como los aeropuertos se preparen adecuadamente para hacer frente a fenómenos meteorológicos adversos. Al mismo tiempo, es esencial que los pasajeros estén informados sobre cómo actuar en estas circunstancias, asegurando así su bienestar y derechos durante el proceso de viaje.