Cada vez son más los menores que acceden a Internet sin la supervisión adecuada. Según un informe de Save the Children, casi nueve de cada diez adolescentes se conectan varias veces al día a la red y un 37% afirma saber cómo eludir las medidas de control que puedan tener sus padres. Esta situación plantea serias preocupaciones, ya que la red es un entorno vasto y muchas veces riesgoso, donde los jóvenes pueden acceder a todo tipo de información y herramientas.
Los padres, según el estudio “El dilema digital: La infancia en una encrucijada”, elaborado por la plataforma Qustodio, se preocupan principalmente por el consumo de contenidos inapropiados, ya que el 78% de ellos considera este riesgo como el más alarmante. Los expertos de Qustodio subrayan la importancia de que los progenitores supervisen y orienten la actividad digital de sus hijos para prevenir posibles peligros.
Entre las amenazas más destacadas se encuentra el ciberacoso. Con el auge de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea, los menores son susceptibles de enfrentar insultos, amenazas y humillaciones en línea, lo cual puede repercutir de forma negativa en su salud emocional y autoestima. Además, la falta de supervisión puede llevar a los menores a compartir información personal, como direcciones y datos bancarios, con desconocidos, exponiéndose al robo de datos o a la suplantación de identidad.
El uso excesivo de dispositivos también se asocia a problemas de salud mental. La exposición a pantallas antes de dormir puede provocar trastornos del sueño y ansiedad, mientras que la constante comparación en redes sociales puede aumentar inseguridades, especialmente en la adolescencia, una etapa crítica para la formación de la autoestima. Asimismo, la falta de límites puede resultar en hábitos digitales poco saludables, como la adicción a videojuegos o aplicaciones, afectando el rendimiento académico y las relaciones sociales.
Emily Lawrenson, gerente de comunicación de Qustodio, enfatiza la importancia de que las familias sean conscientes de sus hábitos digitales y de fomentar un diálogo abierto sobre el uso responsable de Internet. Sugiere establecer horarios y límites de tiempo para el uso de dispositivos, como una medida para evitar el uso excesivo y promover actividades en familia que no dependan de la tecnología. Este enfoque no solo ayuda a proteger a los menores, sino que también fomenta un desarrollo más equilibrado en un mundo cada vez más digital.