El ajedrez, un deporte milenario que ha evolucionado a lo largo de los siglos, está cobrando un nuevo protagonismo en el ámbito terapéutico, especialmente en el tratamiento de enfermedades neurológicas como el Alzheimer y el Parkinson. Con raíces en la India del siglo VI, este juego ha trascendido su naturaleza lúdica, convirtiéndose en una herramienta con potenciales beneficios para la salud mental y cognitiva.
Investigaciones recientes han resaltado cómo el ajedrez no solo implica una estrategia compleja, sino que también puede influir positivamente en las capacidades cognitivas. Habilidades como el razonamiento, la memoria y la atención, que son vitales en este juego, están íntimamente ligadas a funciones que se ven afectadas en personas con enfermedades degenerativas. Un metaanálisis publicado en 2023 refuerza esta idea, mostrando que juegos de mesa tradicionales, incluido el ajedrez, pueden ayudar a prevenir o ralentizar el deterioro cognitivo en adultos mayores.
Iniciativas como Chesscul, una escuela de ajedrez online dirigida por Alberto Toval, están implementando programas específicos para pacientes con Alzheimer y Parkinson. Toval, que combina su experiencia como fisioterapeuta y ajedrecista profesional, ha organizado talleres que cuentan con un enfoque personalizado, donde los participantes aprenden las reglas del juego y participan en ejercicios diseñados para estimular la memoria y la concentración. Estos talleres se llevan a cabo en asociaciones de Málaga, con resultados que, aunque no son estudios científicos formales, han sido valorados positivamente tanto por los pacientes como por sus cuidadores, quienes han reportado una reducción del estrés y un beneficio emocional significativo.
Los talleres de Chesscul comienzan con introducciones a las reglas del ajedrez, seguidas de ejercicios y partidas supervisadas, adaptadas a las necesidades de cada participante. Los comentarios recogidos sobre estas actividades sugieren que el ajedrez podría ser beneficioso para el bienestar emocional de personas con trastornos cognitivos, destacando su potencial para ser incorporado de manera más amplia en los programas de tratamiento.
Aunque aún se están realizando investigaciones para confirmar su eficacia como herramienta terapéutica, la experiencia acumulada hasta ahora sugiere que la práctica del ajedrez podría ser un complemento valioso en el cuidado de pacientes con enfermedades neurológicas. El panorama es alentador, pero a medida que la investigación avanza, será crucial seguir explorando las formas en que este antiguo juego puede contribuir al bienestar de las personas afectadas por deterioro cognitivo.