Humanizar la medicina es uno de los grandes desafíos que enfrentan los sistemas de salud en el mundo actual. A este respecto, el reconocido cardiólogo Manuel de la Peña Alonso-Araujo ha estado realizando un recorrido por diversas partes del planeta en busca de supercentenarios, personas que han llegado a vivir más de 110 años. Este exhaustivo trabajo le ha permitido descubrir un verdadero yacimiento de longevidad, que ha revelado secretos sobre cómo mantener una vida saludable hasta alcanzar o incluso superar los 120 años.
Según el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, solo un médico de la estatura de De la Peña podría llevar a cabo un proyecto de tal magnitud, que incluye a un total de 700,000 centenarios en su investigación. Mientras que Jeanne Calment, la persona más longeva documentada, vivió hasta los 122 años, otros casos destacados son los de Kane Tanaka y Sarah Knauss, que fallecieron a los 119 años, y la monja Lucile Randon, que vivió hasta los 118. Entre los hombres, destaca el japonés Jirōemon Kimura, que alcanzó los 116 años.
De la Peña ha volcado todos estos aprendizajes en su obra «Guía para vivir sanos 120 años», un superventas basado en relatos verídicos recogidos a través de entrevistas clínicas cargadas de un profundo sentido humanista. Además, el doctor cuenta con la compañía de la actriz Loles León, quien ha asumido el papel de embajadora de la longevidad. A sus 74 años, León se presenta como un modelo de vitalidad, ya que su edad biológica parece ser mucho menor.
Uno de los casos más emblemáticos en la investigación de De la Peña es el de Servando Palacín, quien, a sus 109 años, se convirtió en la primera persona en recibir un marcapasos. Su historia ejemplifica que cumplir años no debe considerarse un obstáculo para seguir realizando actividades físicas o para alcanzar metas personales. Este enfoque es parte de la filosofía del doctor, quien refuerza que la percepción de la edad es en gran medida mental.
De la Peña también promueve un nuevo lenguaje en el que se eviten términos como «viejo» o «anciano», considerándolos despectivos. En su lugar, propone el término «persona longeva», buscando fomentar el respeto y la igualdad.
Los hallazgos del doctor han servido para formar una comunidad entre los supercentenarios, quienes, al conocer a otros de su misma edad, han reforzado el sentimiento de conexión social. Este descubrimiento no solo trae consigo datos sorprendentes sobre longevidad, sino que también resalta el impacto emocional y social que las relaciones interpersonales tienen en la vida de estas personas.
El Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, bajo la dirección de De la Peña, se ha consolidado como un referente mundial en el estudio de la longevidad. A través de iniciativas que integran ciencia y humanismo, esta institución lucha por mejorar la calidad de vida de los mayores y garantizar que reciban la mejor atención sanitaria hasta el final de sus días. La combinación de experiencias vividas, conocimiento médico y una perspectiva renovada sobre la vejez está marcando un cambio importante en la forma en que se aborda el envejecimiento en nuestra sociedad.